lunes, 31 de diciembre de 2018

Me pidieron perdón
entre el humo 
amable y neutro
de la lejanía.
Yo a penas oía:
Mis oídos ensordecen 
con la humedad
y solo se deslumbran
ante la llama de fascinación 
que luego nos extingue.

Sobrevivo así aferrada
a este clavo ardiendo; 
los brazos de Morfeo
camuflan las mentiras
entre mis pálpitos,
ecos acelerados de carcajadas
que resuenan cada lunes,
con el café y las preguntas 
que nunca me hice.

Me observa la soledad.

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