En el ocaso de la espera
me aferro a mi secuestro,
y una melodía en bucle
augura una obsesión.
Respiro otro día desvalido
de sueños en la libreta
y cuerpos libres
sin cortinas.
Aquí no hay miradas viciadas,
solo recuerdos en mis brazos
que ondean como banderas
canciones de amor.