martes, 22 de mayo de 2018

Duele, ergo escribo

Si hay dolor, 
entonces, 
escribo.
Todo lo guardo en un bolso 
con la cremallera abierta
de par en par
y el color a juego 
con mi sonrisa
desvanecida.
Reprimo la vida
y reivindico mi izquierdo,
que para los demás es su derecho.
Que yo lo que quiero 
es ser infeliz
y pequeña
como este bolso.
Que si hay dolor,
entonces,
escribo.

jueves, 10 de mayo de 2018

Vegas, Cernuda y Schopenhauer

Casualidades, como un mensaje que alguien me envía secretamente, un enmascarado que me recuerda lo que ya sé, lo que reprimo para poder seguir ilusionándome. Una señal. Primero, Nacho Vegas hablando del amor y de los erizos. Y yo preguntándome ¿qué pasa con los erizos? Así es que investigo. Y los versos me llevan a Cernuda, y de ahí a Schopenhauer. El ilustre filósofo me responde:

“Para defenderse del frío invernal, los erizos decidieron juntarse los unos a los otros para calentarse con su propio calor animal, pero, al acercarse, se pincharon y entonces se alejaron nuevamente; al alejarse, tuvieron de nuevo frío y se volvieron a acercar para calentarse, pero se pincharon nuevamente y, una vez más, se alejaron, buscando alternativas para protegerse del frío y de las picaduras. Todo esto hasta que, después de varios intentos, los erizos encontraron la distancia adecuada que les permitía no pincharse, sino calentarse, es decir, protegerse al mismo tiempo del frío y de la picadura”.

Y Luis, con su lírica, continúa:

“Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos. ¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis”.