Miro tu pelo, que me saluda al viento
y acaricia mi rostro acartonado.
Relajo los nervios, sonrío al tacto,
y el deseo despierta en mí voces hibernadas
que aplauden la llegada del otoño.
La esperanza se recompone
y camina sobre las hojas caídas
que rugen cuando pasamos.
No nos importa el ruido de fuera,
escuchamos nuestros corazones nudos
que se aceleran con la cercanía,
y entrelazamos nuestras manos,
yo tan fría y tú bien cálida,
sopesando la armonía como arte.
Miro tu pelo templado
y te quiero cada día más
-Mi tándem, mi amiga, mi amante-.