Hay tanto frío ahí fuera, 

que me arrugo, 

       mientras sonrío

al calor de esta lámpara.

Hay un resplandor en el horizonte

y un agujero en la pared

que guarda mi secreto. 

--Suena “The Secret in the Wall”--. 

Esta canción remueve mi congoja 

y humedece mis cuencas 

con todas las cuitas y culpas 

que cargo en la columna: 

La vida en sí, 

colmada de belleza, 

amor, 

naturaleza 

y dolor. 

Bailaría todas estas emociones 

al son de su compás

y sería feliz en mis sollozos. 

Encontrar una luz en la noche:

revolotea a mi alrededor

pero se esconde 

entre las columnas

absurdas de este bar,

y desde allí grita mi nombre.

Entonces, supe lo que ocurriría:

yo venía de otro tiempo

y pude reconocer aquel fuego:

“Ey, ¿cuánto más vas a tardar?

Es que necesito decirte…”,

canto a las piedras del cimiento.

Pero voy perdiendo la voz, acallando... 

y espero a que suene otra canción

que me sumerja en este baile,

de vuelta a mi oscuridad.