Lo siento, mi vida. Mi corazón no late con
tanta fuerza. No sé cómo reactivarlo. No sé cómo reactivarme a mí misma. Los
miedos me han paralizado. El miedo a la caída de un pétalo, al derramamiento de
una gota de café sobre el sofá, a la ruptura de una botella de cristal sobre el
suelo. Tengo miedo a la vida y a su final. Tengo miedo a todos los finales
posibles de todas las personas que existen. Incluso de las malas. Tengo miedo a
la oscuridad de nuestros corazones. No puedo comprender nada de este mundo.
Universos con galaxias y sistemas con astros. Y entre todo aquello, nosotros. Y
justo aquí y ahora, yo. Y nunca más. Quién narices soy yo, sino un punto
insignificante dentro de un algo infinito y sin sentido. Por qué estamos aquí, luchando y
levantándonos cada día, llenos de sentimientos, alegrías y desgracias, si
mañana no seguiremos para recordarlos.
jueves, 21 de abril de 2016
In-
En algún lugar quedarán la felicidad y el amor que
compartimos. Seguramente en nuestros recuerdos, en forma de sueños fracasados,
corrompidos por la locura de nuestra inseguridad y la incoherencia de tus porqués.
miércoles, 20 de abril de 2016
Entre silencios y miradas
Ahora soy más feliz
pero a veces
todavía soy triste.
Por ejemplo:
en el silencio de tu vacío
que tan solo es mío.
Por ejemplo:
en la letra de esa canción
que un día fue nuestra.
Pero ya no se trata de ti;
la tristeza está dentro de mí.
La siento en mi vacío, en mi silencio, en las canciones
que no nos enseñan amores maduros
que nos hacen creer que la vida es alguien
que nos mira y crea magia
que esconde nuestra invalidez.
Las mentiras que ahora me cuentan
ya me las sé de ti,
y a veces pese al tiempo
siguen doliendo
y aparecen,
por ejemplo:
ahora.
Y se van,
por ejemplo:
en miradas
que hacen más magia que tú.
miércoles, 13 de abril de 2016
viernes, 1 de abril de 2016
Andrea
Normalmente sucede que conocemos a personas que nos llevan a otras
personas, y estas a otras, y por estas llegamos a otras nuevas. Algunas se
quedarán, otras se irán. Unas serán la piedra que nos hará caer y quedarnos
pequeñitos e inmóviles en el suelo; otras serán el agua que nos hará crecer
como a una flor, y a esas las querremos mantener para siempre a nuestro lado. En
mitad de mi gran tropiezo, yo encontré la flor más bonita del campo, y
comprendí que la vida te quita, pero que también (y sobre todo) te da. Y vaya
si me dio…
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