martes, 27 de marzo de 2018

Palabras

—Te diré algo importante… –indicó la niña.
Pero nunca pudo llegar a hacerlo. La niña se quedó muda de verdad.


Fue una noche mientras dormía, seis años después, que Martina recuperó el habla. Tuvo un sueño en el que recobraba la voz mientras huía de un asesino sin rostro. Como una premonición o un recuerdo de algo que nunca había ocurrido, soñó que al fin pronunciaba aquellas palabras que sobrevivían en su cabeza como un eco lejano. Pero entonces su interlocutor ya se había marchado, el tiempo había cambiado –¡ya era verano otra vez!-, aquel perrito inquieto se había cansado de ladrar, en el balcón hacía un calor insoportable, el bar de la esquina había bajado sus persianas tras la muerte del propietario, y la niña hacía tiempo que había dejado de ser una niña. Habiéndolo creído todo igual, Martina se dio cuenta de la cantidad de hechos fútiles que habían cambiado el escenario tras aquel silencio cautivo. Aquellas palabras nunca llegarían a vivir, quedarían sobrenadando la nada. Vacías de sonido, desnudas de sentido y defensa, su propia dueña muy pronto las olvidaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario