¡La
muerte, la muerte, la muerte!
repetía desesperada
y no
encontraba calma en su alma
no
había quien la pudiera apaciguar
porque
el amor esa palabra vacía
era otro
hueco la oscuridad una caída
y
los agujeros la asustaban
el principio su final y la nada
así eran sus miedos
redondos y cíclicos
como
la tierra
como
esa estrella
como
esta vida
dichosa
vida.
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