domingo, 8 de mayo de 2022

Papá


 

Me soltaste la mano después de aquel mensaje

y desde entonces no he crecido y tengo miedo,

vivo sola para defenderme, y disimulo 

perdiéndome en los detalles 

que menos importan,

al son de canciones que me hablan.

Verás, he vuelto al lago de la disonancia,

ha cambiado de lugar

y parece un cuento de Grimm

con su príncipe rana.

Igual que aquella primavera - mismo ritual, 

palabras degolladas en la garganta 

y sentimientos ahorcados

por la reina Soberbia.

En mis labios siempre había un “por qué”

al que sabías dar respuesta;

contigo todo era más sencillo:

aprendí a encender fuegos en cuevas,

a respirar los cielos y las flores

y caminar a un palmo del suelo,

pero nos faltó hablar del amor,

del esfuerzo y de la incertidumbre,

porque cuando yo decía ven, veníais,

y cuando algo hacía bien, entonces me abrazabais.

Por eso no quiero que esto acabe nunca, 

me mareo en las alturas 

pero me piden que salte

a un lugar donde el fuego está congelado

y los recuerdos se borran del golpe.

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