He cruzado el umbral
y he lanzado el cordón
al cerrar la puerta.
Me refugio ahora en un futuro
que brilla a través de la mirilla
e ilumina esta ciudad extraña;
me refugio en los actos,
sin excusas,
y miro de frente a mi amor joven
que respira torpe por sus grietas.
Ya no tiemblan mis ojos
y mis uñas crecen veloces.
Una flor amarilla nace de mi espalda,
una voz canturrea, unos pies caminan:
soy yo,
dulce y poderosa primavera.
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