El
tiempo. Pasa. Lento. Sin ti.
Pero
soy feliz. En el atardecer desde un sillón del chiringuito, mientras suena esa
horrible música y Rocío me cuenta sus secretos. Y reímos, bebemos cerveza,
comemos frutos secos. Y algo tan ínfimo se convierte en dicha. No hace falta
que nos digamos lo a gusto que estamos juntas, como llevábamos tiempo sin
estarlo. Nuestras diferencias se disipan, nos entendemos, nos comunicamos, nos
desahogamos, nos apoyamos, y damos pequeños gritos a la vida, rompemos con la
moralidad del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, y ahora más que
nunca, quizá porque es verano y calor y vacaciones y cierta libertad, nos alzamos en
pro de la vida, de equivocarnos para sentir que vivimos, de ser conscientes de
nuestro error pero sabernos felices en él, porque al fin y al cabo es
experiencia y emociones.
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