… O como cuando me decías te amo –palabras que desvirtuamos
de tanto usar–, y yo te respondía que yo también, y entonces tú me asegurabas
que tú me amabas más, y yo recalcaba, no sin cierto desencanto, que yo te amaba mejor. La
clave siempre estuvo en que nunca supiste quererme, o quizá el problema era que
no querías hacerlo, que a mí me habían colocado enfrente de ti para hacerte
compañía, para que te abrazara, para que te hiciera olvidar la soledad y el
pasado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario