Mis dedos
dejaron de acariciar las teclas
de mi soledad
y ahora las palabras
se inventan en tu piel,
un libro de lomo delgado,
con historias góticas
y glosario aldeano,
que a cada letra,
clara y disecada,
punza mis pasos urgentes,
manifiestos de un miedo peregrino
que remueve tu pasado
y trastorna mi complejo.