Después de ti seguí abriendo los ojos cada mañana, sonriendo
a las mismas personas, caminando bajo el mismo sol, cerrando los ojos para soñar o para sentir el viento de cara.
Después de ti seguí viva.
Después de ti me di cuenta de que soy fuerte, de que tras tu
engaño lo podría todo, de que no podía existir dolor más fuerte que el de tu
puñalada.
Pero yo no quería tener que ser fuerte. A la mierda con la valentía
y con el despertar cada mañana y tener que sonreír a cada persona para poder sentirme
viva.
Yo después de ti te quería a ti, locamente, masoquistamente,
malignamente, sinsentido. Tu mano, tu pelo, tu boca, abrazarte por la espalda.
Nosotras. Siamesas.
Éramos un buen equipo, joder. Nos encantábamos. Soñábamos
con nuestro pedazo de eternidad, nos creíamos especiales.
Yo quería cerrar los ojos y creer que aquello nunca había
sucedido. Nada había ocurrido. Era 2014 y habíamos despertado de nuestra pesadilla. Mañana cogería ese tren hasta tu playa,
donde tú me esperarías con los brazos abiertos y esa sonrisa de tonta enamorada
que fingías tan bien. Que ella no existía, que tu amor era auténtico.
Que no. Que pretendía que todo siguiese igual que cuando me
fui, pero el planeta gira, la arena cae, y la distancia es un niño, o un
borracho, que siempre dice la verdad.
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