miércoles, 18 de octubre de 2017

Fantasía







Lo sé, siempre supe, 
que volveré mil veces 
y que tú seguirás, 
invariable. 

Hipócrita conmigo misma, 
artífice de mi propio embuste. 
Soy un mendigo 
con alma neoliberal. 

Pues qué importa tu diáfana presencia 
si nunca te quedas aquí, 
si llegaste para nunca estar. 

Era verano y era final, 
pero no me di cuenta de ti 
hasta que llegó el principio del invierno. 

Siempre fuiste un fantasma de mirlo 
frente a una torpe aprendiz de colibrí. 
No te veo, ave azabache, 
y tú no me oyes trinar. 

Estoy triste 
porque solo yo te escucho 
–yo con el poder de algo, 
qué osadía, qué incomodidad. 

Me enseñaste a sentir 
tus aleteos al viento, 
tus reclamos instintivos más hirientes, 
el esperado impacto contra la pared, 
el deseo más animal, 
tu canto sedante. 
Confluían tus palabras de la nada, 
ecos difusos, susurros en mi oído, 
húmedos y palpitantes. 

Y yo me perdía, 
me pierdo, dudosa 
entre la pasión y la razón, 
un animal confuso y torturado, 
tratando de encajar 
con la violencia de la fiera
los deseos con palabras, 
mi cuerpo y mi pensamiento 
en los tuyos. 

Pero solo uno logró hacerlo, 
solo uno te alcanzó, 
y ese no fue otro 
que el latido de mi corazón inferior, 
que te pedía lascivo y sutil 
que entrases en mí. 

Así me descifraste ninfa, 
yo que siempre fui un pájaro de papel 
esperando el impulso de unas manos templadas 
que me abrigasen. 

Me llamabas 
y yo volvía, 
pero no me pedías que me quedase, 
nunca me dijiste “quédate”.

sábado, 30 de septiembre de 2017

El origen del harpa

La música es una mujer

triste y

enamorada.


The Origin Of The Harp

Tis believed that this Harp, which I wake now for thee
Was a Siren of old, who sung under the sea;
And who often, at eve, through the bright waters roved,
To meet, on the green shore, a youth whom she loved.

But she loved him in vain, for he left her to weep,
And in tears, all the night, her gold tresses to steep,
Till heaven look'd with pity on true-love so warm,
And changed to this soft Harp the sea-maiden's form.

Still her bosom rose fair -- still her cheeks smiled the same --
While her sea-beauties gracefully form'd the light
And her hair, as, let loose, o'er her white arm it fell,
Was changed to bright chords uttering melody's spell.

Hence it came, that this soft Harp so long hath been known
To mingle love's language with sorrow's sad tone;
Till thou didst divide them, and teach the fond lay
To speak love when I'm near thee, and grief when away.

Thomas Moore





domingo, 10 de septiembre de 2017

La violencia de las horas


La relojera escribe cuando hay tiempo y frío y no-lugar. Siempre mira el reloj y cuenta las horas para llegar, las horas para salir -todo bajo control, calculadora mental-, cuándo empieza la función, cuándo acaba el trabajo -que nada se le escape, que no la pillen por sorpresa-. Cuenta las horas para verlo, que siempre suman días, que siempre son más de siete -una semana, un cuarto de mes-. Cuenta el tiempo mientras el tiempo se cuenta a sí mismo en un tic-tac eterno, que se va acelerando, que corre veloz hasta que, paf, se detiene. Calla. Y entonces ella deja de pertenecer al tiempo. 
Vuela, pajarito azul, pajarito solitario, pajarito aprendiz. Ahora todo es silencio y calma concluyente.